El vértigo del emprendedor

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Seguro que has oído la célebre frase de Ben Horowitz  “cuando era CEO de una startup dormía como un bebé, me despertaba cada dos horas y lloraba”. Hoy es un exitoso empresario e inversor que apoya a startups y cuenta con un blog con más de 10 millones de seguidores. Vendió su startup Opsware por 1.600 millones de dólares a Hewlett-Packard.

Probablemente esta es la forma más gráfica de describir el sentimiento de un emprendedor, una cantidad de emociones encontradas que aparecen como una noria, momentos de euforia, de infierno y sobre todo muchas preguntas, dudas y miedos. Son muchos esos miedos y cada uno los refleja y los vive a su manera, pero de forma genérica podemos aglutinarlos en:

  • Miedo a estar confundido.

Una persona que decide emprender está convencido de que tiene una gran idea, que podrá desarrollarla de forma exitosa y en algunos casos hasta podrá revolucionar el mundo. Estos son los momentos de euforia en los que crees que tienes una mezcla de Unicornio y Pegaso. Pronto llegan las dudas, preguntas del tipo ¿por qué no lo ha hecho nadie antes? ¿Realmente servirá para algo? ¿a cuánta gente le interesará mi producto o servicio? Ante esto sólo hay una solución, confúndete barato, desarrolla pruebas de concepto, prototipos y pregúntale a mucha gente. Puede ser muy útil la metodología lean startup.

  • Miedo a fracasar

El fracaso se puede producir por múltiples razones, con una gran idea no basta, lo más importante es su ejecución. Aquí surgen otra cantidad de preguntas ¿sabré hacerlo? ¿Tendré suficiente capacidad económica?, ¿podré contar con un buen equipo? ¿Seré un buen líder?. Probablemente se incorporen otro tipo de elementos que incrementen ese miedo como por ejemplo los comentarios premonitorios de familiares y amigos, el demoledor ya te lo dije y tu obsesión por demostrarles que estaban confundidos o el pánico a fallar y defraudar a aquellos que confiaron en ti.

  • Miedo a arruinarte

Los anteriores miedos pueden tener un efecto psicológico, pero este, si se hace realidad, además tiene un efecto económico. Una mala gestión del pulmón financiero, si es que contabas con él, el desequilibrio entre ingresos y gastos, la imposibilidad de afrontar deudas, la dificultad para buscar inversores puede provocar efectos demoledores en el emprendedor de los que probablemente no será fácil salir con rapidez.

El periodo desde que se desarrolla la prueba de concepto y las primeras inversiones hasta el momento en el que se alcanza el break even en algunas startups suele ser largo por lo que superar lo que se conoce en la jerga como el valle de la muerte, suele ser muy duro para el emprendedor.  

Preguntas del tipo ¿Cuándo llegarán las primeras inversiones? ¿cuándo empezaré a generar ingresos? ¿Podré pagar las nóminas? ¿Y si no puedo pagar el crédito y me ejecutan el aval del banco?

Como hemos visto el emprendedor está lleno de dudas y se hace constantemente preguntas todas ellas demoledoras y que justifican el sentimiento de Ben Horowitz .

Si hay alguien experto en hacer las preguntas adecuadas es un Coach que puede ayudar al emprendedor a enfocar su camino, a inspirar confianza en sí mismo, a generar actitudes positivas y resilientes, a clarificar sus ideas. Utilizando diferentes técnicas y herramientas, pero sobre todo a través de su experiencia y profesionalidad, puede ayudar al emprendedor a desarrollar autoconfianza en su proyecto y en sí mismo, enseñarle a tomar decisiones a través de la reflexión y la mayéutica provocando insights realmente reveladores.

El coach hará preguntas poderosas que provocarán la acción y el crecimiento y podrán contrarrestar y anular las preguntas demoledoras del emprendedor que pueden provocar la parálisis y el abandono.

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